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Nº. 4096 Pág. 1 MONSEÑOR ROMERO COMENTA

«Os Anuncio una gran alegría»
El año que está terminando ha oído dos veces el anuncio de dos nuevos Papas. El texto tradicional y litúrgico que se pronuncia desde la «logia» de la basílica Vaticana y da inmediatamente la vuelta al mundo está tomado del anuncio de los ángeles a los pastores de Belén en el nacimiento de Cristo: «Os anuncio una gran alegría». Aparentemente el contenido de ambos anuncios en el Vaticano y en Belén es diferente, pues mientras Roma prosigue comunicando la elección y la descripción del nuevo Papa, el ángel de Belén completa la jubilosa «Buena Nueva para todo el pueblo» con el contenido más sublime de la historia: «os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un salvador, que es el Cristo Señor…y de pronto se juntó con el ángel una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo: Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres en quienes él se complace». (Lucas 2,10-13).

Sólo aparentemente son dos contenidos distintos. Pero en realidad el anuncio del nuevo Papa no es más que una prolongación y actualización de la misma gran noticia o «Evangelio». La Iglesia que Cristo quiso cimentada sobre la unidad y autoridad del Papa es la encargada de anunciar o «evangelizar» al mundo de todos los tiempos la venida de Dios a salvar a los hombres. Esta es su misión y por eso su gran preocupación ha sido siempre- y hoy se enfatiza más que nunca- cómo «evangelizar», cómo adaptar a los diversos tiempos, pueblos y culturas el anuncio de la presencia de Cristo salvador en la historia y en las actividades de los hombres.

El Papa mismo presentado al mundo con la solemnidad de Belén, no tiene otra ilusión que convertirse en claro anuncio de la salvación en Cristo. Todos oímos con emoción inolvidable a Juan Pablo II en su primera homilía gritando desde la plaza de San Pedro a todos los hombres: Abrid de par en par las puertas a Cristo…no tengáis miedo…abridle todos los campos: lo social, lo económico, lo político…solo él tiene palabras de vida eterna¡.

Navidad no es el recuerdo de la noticia más grande de que se dio a los hombres hace veinte siglos. Navidad sigue la gran noticia que se actualiza cada año: «Os anuncio una gran alegría…os ha nacido un salvador». El mundo sólo puede ser salvo y feliz si acoge esa noticia y es lógico con ella. Y la Iglesia sólo puede decirse fiel y eficiente si, su mensaje y su presencia sigue siendo como el ángel de Navidad: el anuncio transparente de que ella ofrece a los hombres a ese único Salvador.

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