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Págs. 11 y 51 La voz de la Iglesia den Centroamérica

UNA VOZ DE ALERTA
Por Monseñor Oscar A. Romero
Secretario Ejecutivo del CEDAC
La parte «dura» del mensaje de los obispos centroamericanos es la que denuncia los atropellos más frecuentes de que son objeto en nuestros países los derechos humanos. Pero adviértase bien que al cumplir esta dura tarea que el Evangelio impone al magisterio de la Iglesia, el Episcopado está muy lejos del espíritu demagógico con que otros falsos profetas siembran el odio y la violencia. El mensaje se ha colocado desde el principio en la perspectiva del «espíritu de Cristo» el cual proclama la verdad y la justicia para llamar a todos los hombres a construir la familia de los hijos de Dios. Desde esa perspectiva debe entenderse esta «dura» constatación de nuestra realidad centroamericana.

Desigualdades injustas (n.8-11) «No desconocemos los esfuerzos que se hacen en nuestras naciones por asegurar mejor los derechos que tiene cada hombre de acceso al trabajo, a un salario humano, a una mejor salud y educación, a una vivienda digna, etc…No obstante…se están conjugando el hambre y la miseria, las enfermedades de tipo masivo y la mortalidad infantil, el analfabetismo y la marginalidad, profundas desigualdades en los ingresos y tensiones entre las clases sociales, brotes de violencia y escasa participación del pueblo en la gestión del bien común…Nos preocupa sobremanera la creciente manifestación de egoísmo en los sectores económicamente satisfechos, que habiendo alcanzado la propia satisfacción, parecen permanecer insensibles ante quienes no tienen las mismas oportunidades de vida. Es más, no faltan en estos sectores quienes, en su afán de mantener sus privilegios, toman medidas de represión y obstaculizan la promoción y el desarrollo. De esta manera, escudándose en calificativos ideológicos y justificándose en la conservación del orden, apelan incluso a la fuerza y la violencia para mantener el actual orden de cosas que les resulta del todo favorable».

Falta de garantías (12-13). «Nuestra preocupación se acrecienta con mayor razón, al comprobar las constantes formales del hombre, es más de uno de nuestros países. Con demasiada frecuencia en efecto, faltan las garantías necesarias ara un juicio imparcial y valedero, haciendo que un detenido tenga que esperar semanas y meses un veredicto judicial cuando es consignado a los tribunales si esto llega a suceder…Es públicamente conocido que muchos ciudadanos han sido sometidos a torturas físicas y morales. Con horror y pesar recibimos, casi a diario, la noticia del hallazgo de cadáveres espantosamente desfigurados y mutilados. Estos crímenes se multiplican en forma alarmante, sumiendo en el dolor, la angustia y el odio a un número cada vez mayor de familias…Señalamos lo anterior porque constituye la expresión más terrible de una violencia que en nombre de dios, condenamos sea cual fuere su índole: institucionalizada o de rebeldía.

Recordamos con angustia la interpelación de Dios a Caín: La voz de la sangre de tu hermano está clamando a mí desde la Tierra». (Gen 4,10): y las palabras de Cristo a Pedro: «Vuelve tu espada a su vaina, pues quien toma la espada, a espalda morirá». (Mt. 26, 52)

Otras violaciones «…Constatamos que los centros y medios de comunicación social de varios de nuestros países, no cumplen con su misión o carecen de una información objetiva, o deforman interesadamente, la que proporcionan…» (n.14)

«…Señalamos que en más de uno de nuestros países se sigue negando al obrero y sobre todo al campesino la libertad de asociación que el magisterio prontificio viene reclamando desde 1891 con Rerum Novarrum» (15).

…»Comprobamos con inquietud que, la comunidad familiar, lejos de ser motivo de preocupación vital por parte de nuestra sociedad, es considerada como un simple objeto de planificación económica. So pretexto de asegurar los derechos reales del hombre, se atenta contra la integridad y dignidad de la familia aceptando planes y programas de control de natalidad, impuestos, dirigidos y financiados por agencias internacionales que pretenden en esto actuar tan sólo como promotores de desarrollo». (16).

Una voz de alerta. El Episcopado centroamericano termina esta parte «dura» de su mensaje advirtiendo «que corremos el peligro de caer en la situación que otros países del continente ya están experimentando», por suprimir, con pretextos falaces, los sagrados derechos del hombre.

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