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Nº. 1233 Pág. 3 Medio millón de razones

Toda la ciudadanía consciente ha lamentado el fracaso del diálogo mantenido entre el Ministro de Educación y los dirigentes de ANDES. No pretendemos deducir responsabilidad ni de echarle la culpa de esta situación a ninguna de las partes en conflicto. Pero si nos parece que se ha perdido la noción más elemental de la jerarquía de los valores, sobreponiendo los intereses particulares de un grupo, haciendo caso omiso del bienestar público y de los altos valores de la educación.

Hay medio millón de razones para que la huelga termine. Medio millón de niños y jóvenes, seres inocentes que no tienen ni la menos culpa del conflicto, cuyos derechos han sido atropellados impunemente, dándoles un mal ejemplo, haciéndoles perder, en su mayoría, uno a dos meses de clases, con el grave peligro de que pierdan , mucho de ellos, todo el año escolar.

Bien decía el Cardenal Secretario de Estado de la Santa Sede, en carta dirigida a la Semana Social de Francia, cuyo extracto publicamos en una de nuestras últimas ediciones, que «la tentación se revela, en efecto, cada vez más fuerte, al menos para los grupos sociales sólidamente organizados, de hacer presión por todos los medios sobre la autoridad encargada de garantizar este bien común, a fin de conducirla a dar un puesto privilegiado a sus propios intereses. Estos últimos, por respetables que sean, son también privados y los demás compañeros sociales tienen también los suyos, no menos legítimos, que quieren salvaguardar y promover».

La situación está bien clara. El derecho de los niños a recibir sus clases, es superior, en calidad y cantidad, al que tienen los maestros para continuar la huelga. Más si se piensa que se trata de niños pertenecientes a las clases populares, que están muy lejos de darse el lujo de pagar a sus hijos una educación en colegios privados, y que, además necesitan tanto de la escuela para su progreso y promoción humana.
Los maestros deben de aceptar los aumentos de sueldo que les han reconocido el Ministerio de Educación, tomando en cuenta de que ya es un avance para le mejoramiento de sus condiciones de vida; y, más que todo, considerando que las disponibilidades del Presupuesto Nacional no son ilimitadas, y el Estado necesita de fondos para beneficiar a todos sectores de la población, muchos de ellos más necesitados que los maestros. Para decirlo en las palabras del Cardenal, los intereses de los maestros, «por respetable que sean, son también privados y los demás compañeros sociales tienen también los suyos, no menos legítimos, que quieren salvaguardar y promover».
También nos parece que las autoridades civiles tienen que ceder en un punto muy importante: la derogación a reforma de la ley que impone drásticas sanciones a los maestros, que, a nuestro juicio, es una verdadera «ley mordaza». Estamos seguros que las autoridades nunca aprobarían una ley semejante contra los obreros y empleados de la empresa privada. Y el Estado está obligado a ser mejor patrono que las entidades particulares, dando ejemplo por su misma razón de ser, de sentido social y preocupación por el progreso de todos los sectores y respeto a su libertad y dignidad humana.

Para nosotros el diálogo no ha terminado, ni puede terminar mientras no se resuelvan los problemas planteados. Pero tómese en cuenta que diálogo no significa, de ninguna manera, la imposición de las condiciones de una de las partes, ya que ambas deben de ceder, en beneficio del bien común y de la armonía social.

EL PENSAMIENTO DE HANS KUNG
La S. Consagración para la Doctrina de la fe envió al profesor Hans Küng publicaron las Conferencias Episcopales de Alemania, Francia e Italia. También han hecho público un documento al respecto los Obispos norteamericanos de Missouri, Iowa y Nebraska.
Cuando el río suena…mejor ser cauto y no entusiasmarse con afán de novedades!

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