El título de este artículo parecería una contradicción, puesto que siendo la Navidad una fiesta eminentemente cristiana no tiene aparentemente porqué llamarse pagana.
Ciertamente la navidad es una fiesta cristiana en su origen. Nos recuerda el nacimiento del Mesías, de Cristo Nuestro Señor que vino a la tierra para salvarnos. Y así como aquella noche de Belén los ángeles entonaron jubilosos : «Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad», así los años en la conmemoración de este misterio se alegran los espíritus y los corazones se entusiasman.
Desgraciadamente los hombres no saben alegrarse sanamente. Se piensa que la alegría para ser tan debe ser pagana y aquí está el error. La fiesta de Navidad nos invita a la alegría y nosotros tratamos de comunicarla hasta a los pobres, los desvalidos y los enfermos; pero esta misma alegría debe ser con espíritu cristiano y no pagano.
Al principio del Adviento la iglesia nos recordaba claramente que nos preparáramos a la próxima venida del Señor, pero no en comilonas y borracheras, no en fornicación y deshonestidades. Y esto es precisamente lo que hacen los cristianos: emborracharse, derrochar dinero en cenas opíparas, gastar por gusto en regalos costosos, celebrar el nacimiento del Señor como todo lo demás, con fiestas paganas.
Da tristeza andar por las calles de nuestros pueblos y ciudades en la noche de Navidad escuchando por todas partes gritos destemplados de nombres embrutecidos por el alcohol. Da tristeza también que la misma Misa de Navidad, la tradicional Misa de media noche, se convierte muchas veces en un espectáculo teatral e irreverente y que en lugar de la devoción y la alegría cristianas, reine en el interior de nuestros templos la curiosidad y la algazara propias de una reunión social.
Es lamentable que nuestros niños, que antes soñaban con juguetes que les traía el Niño Dios, ahora piensen en un señor gordo y con barbas blancas que viaja en trineo y que baja por las chimeneas que no tienen nuestras casa para traerles los juguetes que sólo van a divertirlos un momentos.
Fácilmente hemos olvidado el espíritu cristiano de la Navidad y es necesario que volvamos a nuestras genuinas tradiciones. Hemos visto en estos días un letrero que dice: «No hay Navidad sin Jesús». Y desgraciadamente hoy queremos celebrar la Navidad, pero que sea sin Jesús.