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Nº. 1284 Págs. 3 y 6 La Jerarquía, Centro de Unidad

En los últimos años se ha vuelto una cosa común y corriente, que cualquier hijo de vecino, con cualquier pretexto, por interés político, económico o ideológico, lacen improperios, insultos y calumnias contra el Papa y los Obispos, sin tomar en cuenta su autoridad y dignidad, sin el menor respeto no digamos a lo que representan, pero ni siquiera a la integridad de sus personas como simples hombres.

En algunas ocasiones, aquí mismo en nuestro país, ha habido campañas perniciosas, insidiosas y malintencionadas para desprestigiar a la iglesia, por poderosos sectores que le atribuyen doctrinas que no sustentan o porque sus intereses no son favorables al auténtico Magisterio eclesiástico.

Un caso típico de maledicencia es una carta que han enviado unas supuestas «asociaciones católicas» fantasmas, calumniando a nuestras autoridades eclesiástica, dirigida a Monseñor Eduardo Pironio, aprovechando su presentan en la Antigua Guatemala, durante el mes de reflexión episcopal.

Un «católico» de veras nunca le falta el respeto a la persona d e un obispo, no importa que no esté de acuerdo con sus ideas o actitudes. Para nosotros un obispo es un sucesor de los apóstoles, un maestro, un profeta, un pastor de la grey, dotado de la plenitud del sacerdocio de Cristo. A un obispo se le respeta y se le guardan toda clase de consideraciones, sólo por el hecho de serlo, sin importar siquiera quién es el hombre revestido con semejante dignidad.

Desgraciadamente en nuestro medio han dado el mal ejemplo los mismos teólogos y sacerdotes, tanto los de un extremo como los del otros, atacando públicamente a un obispo. De igual modo hemos visto en sacerdotes y seminaristas actitudes de abierta rebelión contra la Jerarquía, cuando ellos son los primeros que deben de dar el ejemplo de respeto y obediencia.

Es necesario poner término, de una vez por todas, a esta situación. Los obispos son la suprema autoridad eclesiástica en cada diócesis. La Conferencia Episcopal tiene el derecho y el deber de gobernar a esta porción salvadoreña del pueblo de Dios. por eso mismo merece nuestro respeto y nuestro acatamiento a sus disposiciones, aún cuando no estemos de acuerdo con ellos. Hoy más que nunca, nuestro episcopado está abierto al diálogo, no significa que los obispos tienen la obligación de someterse a nuestro criterio, porque ellos tienen la autoridad y la responsabilidad de tomar decisiones, lo cual exige también que tenga la libertad para actuar, sin imposiciones de ninguna clase y de ningún grupo.

Los obispos son, de hecho y por derecho, la cabeza de la iglesia local y constituyen el centro de la unidad eclesial, con un espíritu de verdadera caridad, que debe distinguir a todos los cristianos, sin importar la diferencia de criterios u opciones temporales, en asuntos opinables y en materias que no son fundamentales en la doctrina de la Iglesia.

NOTICIAS DEL DIRECTOR
Desde el «mes de la Reflexión Episcopal»

EN EL SALVADOR COMENZÓ LA COLEGIALIDAD CENTROAMERICANA
El SEDAC (Secretariado Episcopal de América Central y Panamá) que hoy promueve este interesante «Mes de Reflexión» nació en El Salvador. Fue en 1942 con ocasión del Primer Congreso Eucarístico Nacional, cuando nuestro Arzobispo Chávez y González, que había ido personalmente a invitar a todos los Obispos del Istmo, propuso la idea de esta unión episcopal que ya antes habían pedido los Papas.
«El SEDAC tiene inspiración y soplo fundamentalmente eclesial, recordó Monseñor Manresa, actual Presidente del SEDAC, en su bello discurso de saludo al Cardenal Tabera de visita en Antigua Guatemala para saludar al Episcopado Centro Americano. Fue la Santa sede la que manifestó el deseo de esta unión que supone este organismo nuestro. Fue salir a una necesidad que se imponía en estos nuestros numerosos y pequeños países. La Iglesia, en el SEDAC fue precursora de lo que hoy se pretende en el plano civil, para intentar construir una «communio centroamericana». Y fue un miembro de nuestro cuerpo episcopal, Monseñor Luis Chávez y González, quien siguiendo las indicaciones y deseos del Santo Padre, organizó el SEDAC. Idea profética, en donde pudo inspirarse un CELAM, organismo único en el Continente latinoamericano, presencia de la Iglesia en un momento decisivo de su historia. Idea profética que tenía que adquirir valor preconciliar cuando después y a la luz del Concilio se constituyeron las Conferencias Episcopales nacionales».

EN BUSCA DE CAMINOS NUEVOS
En el mismo discurso, Monseñor Manresa comparó nuestro encuentro con «el hombre de la leyenda que perdido en un bosque y buscando por días la ruta para su salida, se encuentra con otro nombre. Sintió la alegría de que había encontrado alguien para poder preguntarle el camino de la salida. Enséñame el camino para salir del bosque. El nuevo compañero le dice: también yo ando perdido en el bosque y desconozco la salida. Pero sí, te puedo decir algo que te ha de ayudar: no sigas mi camino porque no sirve para salir del bosque. Y entonces se dijeron el uno al otro ahora los dos buscaremos el camino para salir del bosque.

Nuestra problemática se ha convertido en un «vayamos juntos» a buscar la solución. Nos integramos por una común preocupación por las luces que nos ha dando los expertos; pero también porque junto a esa doctrina hemos sentido la fuerza del testimonio de los mismo; y desde un hermano Eduardo Pironio que nos orientó por los caminos de nuestra Iglesia Latinoamericana en su triple realidad actual, pasamos por los que nos hicieron deponer todo aquello que nos separaba y nos enseñaron a cincerarnos núcleo a núcleo. Y así, abiertos espiritualmente en grupo, fuimos recibiendo luego las exposiciones de nuestras realidades, la situación concreta, lo que hoy tenemos que percibir en nuestras naciones y parcelas diocesanas. Percibimos bien soluciones de sistemas que han recibido valores de nuestro cristianismo y que nosotros no supimos activar para realizar la liberación de Cristo en nuestro hombre actual latinoamericano y oímos una teología de la liberación, expuesta por un hombre que siente la Iglesia, que vive la fe, que en su total exposición deja sentir lo que es la realidad de nuestra América Latina leída a la luz de la fe; de cómo se va a realizar la salvación cristiana de este continente, cuya responsabilidad es grave ante otros continentes que se sienten en circunstancias tan especiales y graves».

QUE EL PAPA NOS TENGA CONFIANZA
Esta alusión a la «teología de la liberación» y a una reciente preocupación del Papa ante esa denominación, ha inspirado a los Obispos una atención especial a las exposiciones del Padre Gustavo Gutiérrez, el teólogo más conocido de esa denominación teológica en América Latina. Y todos hemos constatado con alegría que cuando se expone así la teología no es otra cosa, como él mismo lo dijo repetidas veces, no es el nivel socio-político, ni en una simple promoción del hombre, sino que desde el más profundo nivel de la liberación cristiana del pecado, irradia a sus consecuencias humanas y sociales. Y por tanto no prescinde un sólo momento de la oscura realidad del pecado y de la redención cristiana, ni sobre todo ver en Gustavo Gutiérrez a ese «hombre que siente la Iglesia, que vive la fe». Y cómo contrasta la palabra avalada por le testimonio sacerdotal con esa otra palabra que diciendo lo mismo sólo se queda en los niveles superficiales. El mismo Gustavo dijo sin temor, que él mismo tiene temor de mencionar ese calificativo de la teología cuando lo pronuncian otros hombres sin una fe profunda que no le hacen ningún honor el mencionarlo en esa línea de autenticidad cristiana.

Por eso rogó el SEDAC al Cardenal Tabera: «Dígale al Santo Padre esta ansia de pastores; de lo que no hemos recibido, de lo que son estos expertos teólogos, sociólogos, antropólogos; dígales que quieren a la Iglesia, que son instrumentos del Espíritu para ayudarnos. Que sienta el consuelo de pensar que ante el ejemplo de él, de su dedicación total a la Iglesia y movidos también por un ejemplo nos hemos reunido en forma del sacrificio, de entrega, de reflexión, de realización de una labor de evangelización para encarnar el Evangelio en nuestro tiempo, en nuestro continente, en nuestras parcelas. Crean en nuestra Roma, la de Pedro, la de Cristo, crean en la fe, en la esperanza, en el amor que nos mueve. No nos vean como desviados; como nunca pongan confianza en quienes fieles a un riesgo, a una función de profetas, tendremos que estas dispuestos a sufrir, sangrar y quizás caer en el camino para seguir la suerte del grano de trigo, para dar el fruto que América Latina espera de la Iglesia, de Cristo, de sus pastores «en su hora».

EN COMUNIÓN CON EL PAPA
Además de esta palabra encomendada al Cardenal Tabera, los Obispos firmaron una carta muy cordial dirigida a Su Santidad y entregada al mismo Cardenal en la que, después de describirle con sinceridad lo que está sucediendo en esta reunión episcopal, le piden «vuestra palabra alentadora y orientadora par el SEDAC y vuestra bendición que imploramos para el mismo». Porque «en este mes de reflexión, bajo la inspiración del Concilio Vaticano II, hemos repensado más a fondo los alcances ideológicos de esta colegialidad, cuyas relaciones, de derecho divino, con el Primado del Sucesor de Pedro, ya fueron vislumbradas por el Vaticano I y se encuentran ya en vías de sus fecundas realizaciones posconciliares».

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