Por una significativa coincidencia del magisterio de la Iglesia, el mensaje de Adviento del Señor Arzobispo de San Salvador y una reciente catequesis de Pablo VI, que nos trae L´Osservatore Romano, se refiere con alarma a la peligrosa variedad de valores interiores en que languidecen muchos cristianos contemporáneos.
Nuestro Metropolitano, en su llamamiento a la conversión individual y comunitaria, lamente el seudo-cristianismo que muchos salvadoreños viven sin fe, sin justicia, sin caridad. El Papa, desde una perspectiva más eclesial, recuerda una fórmula más o menos radical, la Iglesia Sin, que han disparado algunos espíritus inquietos y desprovistos de suficiente cultura. Es una fórmula que tiene su historia, comenta Su Santidad, herejías y cismas, a través de los siglos, se han servido de ella».
¿Qué es la Iglesia Sin»? «Se han intentado, por ejemplo, tener una Iglesia sin dogmas difíciles, eliminando así el tesoro de la fe, los misterios del pensamiento divino, reduciendo la realidad de la religión revelada a la dimensión de la razón humana; proceso de reducción, que, por desgracia, continúa aquí y allí vaciando la doctrina católica de su contenido y su certeza…Surge también la Iglesia sin autoridad de magisterio ni de gobierno, como si fuese una Iglesia liberada y hecha accesible a todos los que la quisiera puramente espiritual e indiferente a preceptos morales objetivos y sociales. Se ha anhelado de este modo una Iglesia fácil, sin configuraciones jerárquicas, ni jurídicas, una Iglesia sin obediencia, sin normas litúrgicas, una Iglesia sin sacrificio…es decir, eliminando de la propia vida, toda barrera, toda distinción, con respecto a la vida del mundo profano; sin fe, sin esperanza, sin caridad, sin una conducta digna y fuerte. ¿Pero qué quedaría de una Iglesia sin Cruz?
A esta «Iglesia sin», que convierte en caricatura el noble rostros de la verdadera Iglesia de Cristo, el Pontífice y nuestro Arzobispo, oponen el verdadero «Estilo Cristiano», el del «Cristiano del Adviento». Porque sin este estilo de santidad y de espera del reino de Cristo, los sinceros esfuerzos de «Aggiornamento» y de inserción en la vida del mundo, que promovió el Concilio para los cristianos de hoy, se convierte en las muecas grotescas y trágicas de los seudoreformadores modernos.
¿Cuál es pues, ese «Estilo Cristiano» que conjura, las locas extravagancias de la «Iglesia Sin»? «En nuestro caso, dice el Papa, estilo quiere decir, el resultado de un espíritu interior; quiere decir, la autenticidad visible de un orden legal; quiere decir, la mentalidad de un concepto de vida, de una coherencia y de una fidelidad que se alimenta de las raíces de la personalidad profunda y vital, de quien se manifiesta en su propio estilo…».
ESTILO CRISTIANO, es el que sintetiza el Señor Arzobispo de San Salvador, en su pastoral de navidad, con la palabra nervio del Evangelio y del Concilio: CONVERTIRSE.