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Nº. 4049 Pág. 2 LA PALABRA DEL ARZOBISPO

Ecumenismo y Laicado
Desde hace mucho tiempo se celebra en el campo protestante, ortodoxo y católico el «Octavario de la Unidad de los Cristianos» durante los días 18-25 de Enero. Su finalidad es intensificar la Oración y el espíritu de acercamiento entre todos los sectores humanos que, teniendo Fe en Cristo, están separados por diferencias y detalles de Fe.

La idea del Octavario surgió precisamente en el campo protestante. Y la Iglesia Católica que siempre lleva en su plegaria esta unidad perdida por el mismo Cristo en la última cena, se unió cordialmente a esta iniciativa y todos los años promueve ese «Octavario» con especial fervor.

Esta Arquidiócesis que, entre muchos «consuelos de Dios», ha recibido elocuentes demostraciones de solidaridad de parte de muchos hermanos protestantes, invita a todos sus sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos a participar, individual y comunitariamente, en esta semana de plegaria, reflexión y cooperación ecuménicas.

«Ecuménico» es el calificativo que se ha dado a todo ese conjunto de iniciativas dirigidas a promover la unidad de los cristianos y a superar los obstáculos interpuestos para su perfecta comunión.

Las iniciativas concretas para celebrar los actos oficiales de la Semana Ecuménica este año en San Salvador, han sido preparadas y se llevarán a cabo por un «Comité Ecuménico» que se ha integrado entre Católicos y Protestantes de varias confesiones en esta Capital. Por mi parte reitero mi apoyo y felicitación a esta naciente agrupación y con gusto participaré en la celebración que proyecta.

Y a los Católicos, lo mismo que a los hermanos no católicos, quiero recomendarles como la lectura más propicia para esta semana del Ecumenismo (18-25 de enero) el Decreto del Concilio Vaticano II «Unitatis redintegratio» que orienta, con amplitud ecuménica y con sincero amor a la Verdad y a los hombres, los caminos seguros que nos pueden conducir a esa unidad que tanto anhela el Señor, porque esta división es escándalo que estorba la Evangelización del mundo y, en cambio, la unidad de todos los cristianos es la fuerza del Evangelio y el rostro de Cristo que los hombres quieren ver para creer y esperar de El la liberación auténtica del mundo.

FELICITACIÓN Y ESTÍMULO
Quiero agregar a esta «Palabra del Arzobispo» mi felicitación más entusiasta a la «Comisión Nacional de Justicia y Paz» por la exitosa celebración de la «Jornada Mundial de la Paz» con la presencia del Excelentísimo Representante del Santo Padre, con la prestigiosa participación del Dr. Alfredo Martínez Moreno, con el comentario ampliamente difundido al lema del Papa, con los medios de publicidad puesto al servicio de ese oportuno llamamiento pontificio, con la masiva existencia del Clero, los Religiosos, las Religiosas y Fieles en la Catedral, etc. La jornada de la Paz ha dejado una profunda huella de consuelo y esperanza en el rostro afligido de la Patria y, de paso, ha demostrado una vez más de qué son capaces los Laicos cuando toman conciencia de ser Iglesia y pertenecer a su vida y a su misión en el mundo.

Oscar A. Romero,
Arzobispo de San Salvador

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