Ecumenismo: Recuerdo y Esperanza
La «Semana de Oración por la unidad de los Cristianos» (18-25 de Enero), ha superado las esperanzas de sus promotores. Bendito sea Dios.
Fueron ocho noches inolvidables. El templo en que nos reuníamos cada noche, católico o protestante, recobraba el calor humano de un verdadero hogar donde todos nos sentíamos en casa. Allí, aún siendo fieles a las diversas convicciones religiosas personales que nos impiden todavía una comunión plena, sentíamos que era uno solo dominador común que nos conglutinaba: Ser Cristianos; y una la fuerza cristiana que nos atrae mutuamente: El mandato nuevo del amor que Cristo nos dejó como señal de su pertenencia. Y desde el seno de aquella comunidad que caminaba noche a noche en busca de una plena comunión con Cristo y con los hermanos, brotaba intensa, variada, alegre, fervorosa y múltiple el supremo anhelo de Cristo en la última cena: «Padre, que todos seamos una sola cosa».
En los testimonios públicos y en los comentarios de todos los participantes hay un consenso positivo. Y el «ecumenismo espiritual» o «alma del ecumenismo» como el Concilio llama a ese sentimiento íntimo de conversión y plegaria que debe inspirar a los cristianos en este esfuerzo por su unidad yo creo que se ha palpado en el ambiente de nuestras ocho reuniones ecuménicas. Y por eso creo que debemos darle gracias especiales al Señor, porque esta «Semana» también nos han santificado mutuamente.
Alguien expresó, como una nostalgia, el deseo de que no nos despidamos de estas reuniones, sino que coordinemos, según el espíritu del Concilio Vaticano II en su «Decreto sobre el Ecumenismo», unas reuniones habituales de este estilo y una cooperación de trabajo cristiano que lleve a protestantes y católicos a encarnar su fe cristiana en obras que den testimonio de la dimensión social del Evangelio.
El deseo fue hecho común mediante un sonoro aplauso y fue recogido ya por el «Comité Ecuménico» que seguirá reuniéndose en su nueva sede: «la casa de la Niña Refugito» (anexa a la Iglesia de El Rosario). Allí esperamos católicos y protestantes a todos los que quieran dar iniciativas, tener información y ofrecerse a colaborar. Hay campo para todos y la tarea de la unidad de los cristianos debemos realizarla todos. En esto se conocerá si de veras amamos a Jesucristo y nos hemos incorporado a su Cuerpo Místico.