La célebre Universidad de Georgetown de Washington me ha ofrecido muy generosamente el honroso título de «Doctor en Letras Humanas honoris causa». Los considerandos que razonan tal decisión enaltecen mi modesto servicio a los derechos fundamentalmente humanos.
Si solo se tratara de un homenaje personal, creo que no hubiera tenido el valor de aceptarlo, pues lo siento muy superior a mis méritos. Pero lo he aceptado con gratitud emocionada en atención al noble origen de donde procede y como un honor compartido con mis queridos hermanos sacerdotes y con todo el Pueblo de Dios de la Arquidiócesis. Porque ha sido también en comunión con toda la Arquidiócesis y en su nombre como he prestado mi humilde servicio de pastor a los valores del humanismo cristiano.
Por tanto, este gentil obsequio espiritual y cultural de Georgetown significa un valioso estímulo para mi responsabilidad personal y al mismo tiempo por un fúlgida corona en la frente de toda la Arquidiócesis.
Al agradecer pues, a aquella prestigiosa institución católica norteamericana tan noble gesto de solidaridad y apoyo a la causa cristiana de nuestra Iglesia Arquidiocesana, ruego a todos los que son fuerza viva de esta «Iglesia Particular» de San Salvador, que lo compartamos fraternalmente y con un sentido de mayor compromiso con la auténtica liberación cristiana.
Para darle este sentido comunitario y eclesial se ha señalado la Catedral como escenario. Allí la representación de la Universidad de Georgetown me entregará el honroso título el próximo 14 de febrero a las 7 de la noche. Valga también esta nota para formular a ustedes mi cariñosa invitación.