Dos Sacerdotes y tres acontecimientos
Los temas para este comentario semanal se agolpan hoy. La muerte del Padre Ladislao Segura (el 30 de abril), el aniversario del asesinato del Padre Alfonso Navarro Oviedo (11 de mayo) el Domingo Mundial de los Medios de Comunicación Social (7 de mayo), el Día del Seminario (Domingo de Pentecostés, 14 de mayo), y el Pentecostés Juvenil que se está preparando con tanto entusiasmo para el sábado 13 de mayo a las 8 de la noche en nuestra Catedral …son cinco temas, por lo menos, que se prestan a útiles reflexiones y orientaciones pastorales. Espero que cada uno en particular o en convivencia comunitaria sepa interpretar a la luz de su fe y de la Palabra de Dios, el rico tesoro que Dios nos ofrece en estos acontecimientos.
Por mi parte encuentro una síntesis que une personas y hechos en la única vida de la Iglesia: el Espíritu Santo. La Iglesia vive porque la anima el Espíritu Santo que Cristo glorificado le da. Pentecostés no sólo representa un hecho histórico en que se recuerda el momento en que se empalma la vida de Jesús con la vida naciente de la Iglesia.
Pentecostés es el principio de una presencia y de una fuerza sobrenaturales que continua sin interrupción animando la vida y la misión de la Iglesia. «El Espíritu habita en la Iglesia y en el corazón de los fieles como en un templo y en ellos ora y da testimonio de su adopción como hijos. Guía la Iglesia a toda verdad, la unifica en comunión y ministerio, la provee y gobierna con diversos dones jerárquicos y carismáticos y la embellece con sus frutos» (Concilio Vaticano II L.G.4).
La vida silenciosa y fecunda del querido Padre Segura, la valentía del testimonio que provoca la muerte por asesinato del inolvidable Padre Navarro, no se pueden explicar sin la presencia activa del Espíritu Santo en nuestra Iglesia. La exhuberancia de la vida eclesial que estas dos muertes han despertado en el Pueblo de Dios, es también un signo de la presencia del Espíritu.
La Celebración del Sacramento de la Confirmación en un ambiente juvenil, en la próxima vigilia de Pentecostés, será también un homenaje y un testimonio en honor del Espíritu que hace nuevas todas las cosas y garantiza la eterna juventud de la Iglesia.
El «Día del Seminario» en Pentecostés es una inspirada tradición salvadoreña que invita a nuestro pueblo -responsable todo él de la formación de sus sacerdotes- a la oración y al apoyo del moderno cenáculo donde los modernos apóstoles llamados por Cristo a prepararse para recibir en el Pentecostés de su ordenación sacerdotal el Espíritu Santo que los capacita para hacer presente en su pueblo el eterno sacerdocio de Cristo.
Por último, el «Día de las comunicaciones sociales», un domingo antes de Pentecostés (7 de mayo), es otro homenaje a aquel Espíritu Santo que se valió del «don de lenguas» para «comunicar» el eterno mensaje de la salvación en el vehículo de todos los idiomas. La «comunicación» hace de la Iglesia un perenne Pentecostés. La «comunicación» es parte de su vida y por eso necesita crear una conciencia crítica para usar rectamente los medios de comunicación social del mundo. Por eso también necesita sus propios «medios» y pide a sus católicos que le ayuden a su mantenimiento.
He aquí pues dos sacerdotes y tres acontecimientos que actualizan nuestro Pentecostés de 1978.