Por Monseñor Oscar A. Romero
En torno de este tema está reunido el Sínodo de los Obispos. Estos no han ido a improvisar. Desde que el Papa señaló el tema de la Evangelización para la consulta sinodal, comenzaron a surgir por todas partes interesantes documentos y estudios, acerca de esa misión primordial de la Iglesia en el mundo.
No todos los estudios presentados a la Secretaría del Sínodo, han expresado el genuino concepto de la Evangelización; por eso pudo decir un alto personero de la Santa Sede, que no falta quienes han desean manipular el Sínodo «para tratar de distraerlo de la atención que debe prestar a la Evangelización que Cristo ha mandado y que es fruto de la vida cristiana y para que se ponga el acento, sobre la proclamación de los derechos del hombre y del progreso del mundo contemporáneo, dejando aparte el deber primordial de la predicación del Evangelio y al anuncio de la palabra».
Pero ya desde su discurso inaugural, Pablo VI descartó de aquella consulta episcopal todo concepto de ideología que esté en contradicción con el espíritu del Evangelio, como la violencia, la revolución y el colonialismo y precisó que, por una parte, la búsqueda de nuevos cauces para llevar el Evangelio al mundo actual, no debe hacer olvidar «el tradicional concepto de la acción evangelizadora» así como, por otra parte, tendrá que hacerse un esfuerzo, se permanezca serenamente receptivo, a todo lo bueno y valioso que se encuentre en las nuevas experiencias, de modo que lo viejo y los nuevo se reconcilien.
Y es que en el mundo actual, como en los tiempos antiguos y el mundo del futuro, la Evangelización no puede se otra cosa que la tarea sobrenatural que Cristo confió a su Iglesia, de llevar íntegro su mensaje a todos los hombres, a fin de que crean y se salven.
Naturalmente que este objetivo incambiable, trascendental y sobrenatural, se encuentra hoy, después del Concilio y en la transformación del mundo actual, con una serie de gérmenes nuevos y antinomia, que no siempre ha dado buenos resultados, ni han logrado una síntesis equilibrada, sino que han llevado «a desviaciones e incluso a errores» acentuando a veces, aspectos intrascendentes y dejando en penumbra importantes datos principales de la fe. Piensese por ejemplo, en las defectuosas exposiciones que hemos oído acerca de «teologías políticas» o de liberación de las raras «cristilogías» o «eclesiologías» que nos hacen pensar en los viejos errores del modernismo, etc.
El Papa ya calificó al Sínodo, como una útil contribución a su Supremo Magisterio. Y sin duda lo será, si los Padres Sinodales y demás colaboradores de aquella importante reunión, expresan en la consulta, no sólo sus criterios personales o de los pequeños grupos comprometidos, sino el sincero sentir de los Episcopados que representan y del verdadero pueblo de Dios, esparcido por el mundo. Entonces el Supremo Pastor de la Iglesia, sentirá el respaldo de todo un mundo actual, que le pide poner alto a los abusos de una falsa Evangelización y estimular el tradicional concepto de la tarea evangelizadora.
2 de Noviembre de 1974Número 30923 – Pág. 1 – MI GRATITUD, MI SALUDO