PRIMERA CARTA PASTORAL
Por Monseñor Oscar A. Romero
Obispo de Santiago de María
A los querido Sacerdotes, Religiosos y Fieles, de la Diócesis Gozo y Paz en el Espíritu Santo.
Pentecostés, la mejor oportunidad. Es la primera fiesta de Pentecostés que celebro con ustedes, después de haber compartido, por más de cinco meses, el cariño, el trabajo y las preocupaciones de esta bella porción de la Iglesia; y esta es mi primera carta pastoral que les dirijo.
Creo que no hubiera podido encontrar, para ofrecerles esta primicia de mi magisterio episcopal, otra circunstancia más propicia que pentecostés, ni otro tema más apropiado que este del Espíritu Santo en la Iglesia.
En efecto, la fiesta de Pentecostés, en virtud de la liturgia de la Iglesia, hace presente y actualiza, para que podamos llenarnos de su gracia salvadora (cf S.C. 102), el gran acontecimiento del envió del Espíritu Santo a la Iglesia, para revestirla de la fuerza de lo alto y hacerla testigo del Señor en todo el ámbito del mundo (cf Hechos 1,8).
Una presencia tan dinámica del Espíritu en la Iglesia y en nuestra Diócesis, expresa, ya por sí sola, cuanto mi imperfecta palabra, podría decirles acerca de las sólidas razones que la Diócesis ofrece para vivir y esperar.
Un saludo agradecido.
Siento, ante todo, que la alegría de esta pascua, que culmina con tan exuberante comunicación de la vida de Dios a los hombres, ofrece un ambiente de optimismo y cordialidad para expresar mi saludo, mi agradecimiento y mi buena voluntad a la Diócesis y a tantos amigos buenos, que con su acogida y sus múltiples demostraciones de simpatía y adhesión, han abierto anchos caminos, al paso y a la acción del pasto.
¿Cómo no voy a sentirme agradecido y cantar el «magnificat» de la virgen, por esa maravillosa convergencia de buena voluntad, que por obra, sin duda del Espíritu Santo, va estrechando cada vez más con el pastor a los elementos principales de la Diócesis?.
Porque en verdad, desde aquella inolvidable bienvenida del 14 de diciembre, al llegar a la ciudad sede, para tomar posesión de la Diócesis, mis ya numerosos caminos recorridos por poblaciones y cantones, han sido un prolongado Domingo de Ramos, sobre todo allí, donde los estimados Párrocos han sabido motivar a sus fieles, con la enseñanza y el ejemplo, la educación y la adhesión, que le Pueblo de Dios debe a sus pastores.
Continuará