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Pág. 6 LA VOZ DE LA IGLESIA EN CENTRO AMÉRICA

Por Monseñor Oscar A. Romero
(Srio. Gral. de la Conferencia Episcopal)
Tuve el honor de convivir con los señores obispos de América Central y Panamá, reunidos en la Antigua Guatemala desde el 2 de mayo hasta el 2 del corriente para celebrar su XIV asamblea plenaria, pues según los estatutos del CEDAC (Consejo Episcopal de América Central y Panamá), se vienen celebrando estas interesantes reuniones desde 1942.

La ideología de esta XIV asamblea episcopal se inspiró en los documentos del Concilio Vaticano II y del Medellín, aplicados a la nuestra realidad centroamericana y panameña. Junto con los obispos participaron, casi en igual número, varios presbíteros, religiosos y seglares en un diálogo caracterizado por la franqueza mutua y la alegría sincera de servir a la Iglesia y a América.

Entre los prometedores frutos de la asamblea y como resumen ideológico de la misma, se publica, desde este día, en todos los países de nuestro istmo, el interesante mensaje que voy a ofrecer en esta columna a los amables lectores para que juzguen, en una fuente auténtica, cuál es el verdadero pensamiento de la Iglesia en medio de la complicada realidad centroamericana.

1 Con el mismo espíritu de Cristo que nos reunió con todos nuestros hermanos en el Episcopado del mundo entero durante el Concilio Vaticano II, y tres años más tarde, con los representantes del Episcopado de América Latina, en su segunda conferencia general (Medellín), nosotros, obispos de Centroamérica y Panamá, nos hemos reunido en la ciudad de Antigua Guatemala.

2 Durante una semana, obispos, sacerdotes, religiosos y seglares, nos hemos preocupado por la vida de nuestros hermanos cristianos en la Iglesia y en el mundo, este mundo al que debemos servir con la palabra y el Espíritu de Cristo. Nuestro único propósito ha sido dejarnos impulsar por la fe, la esperanza y la caridad, a fin de que la Iglesia se haga y aparezca más conforme al Evangelio y pueda así servir mejor al hombre centroamericano y panameño en su salvación. Entendemos la salvación del hombre en el sentido integral que apuntamos en el concilio y reafirmamos en Medellín: Dios quiere la salvación del hombre entero, cuerpo y alma (G.S.,3 Medellín Int.5). Por eso nos interesa todo lo que toca la dignidad del hombre en su pleno desarrollo».

Después de proclamar así la identificación de su ideología con las del concilio y de Medellín, la asamblea episcopal de la Antigua Guatemala, que resultó un verdadero acontecimiento «Eclecial», un concilio en pequeño, enfoca nuestra realidad centroamericana, en los números siguientes del mensaje que continuaremos en esta serie de artículos.- San Salvador, 4 de Junio de 1970.

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