Por Monseñor Oscar A. Romero
Obispo Auxiliar de San Salvador
La familia, la oración, María.
Oí un seglar al salir del salón teatro del Colegio Guadalupano donde el padre Peyton se había dirigido a los sacerdotes y a los equipos seglares; y comentaba así la patria del conferencista: » me he sentido transportado al sermón de la montaña».
Y en verdad es una palabra de bienaventuranza la que sale del corazón de este sacerdote que, por ser auténtico sacerdote, ama al mundo y le va ofreciendo el secreto de la felicidad en esta trilogía del Evangelio que es el alma de la «Cruzada de oración en familia».
Nos contó la felicidad de aquella «casita pobre de dos estrechos cuartos» donde un padre y una madre pobres se reunían con sus nueve hijos para encontrar en el Rosario de cada día aquella rica herencia de amor, de fe, de fidelidad, de protección, de seguridad en la vida que el padre Peyton no cambiaría ni por todos los palacios de las grandes ciudades que hoy conoce.
Ofrecer a todos los hombres ese secreto evangélico de una familia feliz es el único y sencillo objetivo de esta «Cruzada que, con toda razón, han llamado «carisma de nuestro tiempo» los obispos salvadoreños en su reciente carta pastoral colectiva.
La «Cruzada» pues, no es una pretensión de la industria humana. El padre Peyton habla con el rosario en la mano, reza antes de hablar su discurso mismo es una oración y quienes lo escuchan están orando con él.
El padre Peyton nos habló esta noche de su seguridad como de una herencia recogida desde niño en la escuela de oración hogareña.. Y por eso, cree que el mayor bien que se puede hacer al hombre es enseñarlo a orar en familia. Orar sin complicaciones; orar es creer en un Dios poderoso sapientisimo, amoroso; e introducirlo al hogar para hacerlo conscientemente partícipe de los problemas de familia.
Y dándole perfume de ternura a esa audacia apostólica y a esa seguridad existencia, está María.
«María vive» es la seguridad del padre Peyton. María es una realidad, es la mujer que pertenece a una familia, es la criatura más poderosa por su intercesión ante Dios, es la mujer amable, sabia, cortes. Es la más bella expresión de la feminidad hecha Madre de Dios.
La vida misma del padre Peyton es un milagro viviente de la intercesión de María. Es el acento más emocionante de su mensaje cuando se recuerda aquel novicio desahuciado de los médicos y confiado únicamente al poder de María que le devolvió la salud para gastar todas sus energías en proclamar a los cuatro vientos del mundo que «María vive» y que es poderosa. Y que son felices las familias donde se siente a María como una realidad que ampara el hogar.
Cuando salíamos del salón entre los numerosos sacerdotes y seglares se destacaban los jóvenes. Porque ha sido una característica de la Cruzada en El Salvador: numerosos jóvenes que han comprendido que el ideal de la Cruzada es una aventura y una rebeldía evangélica por la que vale la pena luchar.
Fue un joven quien se acercó a estrechar la mano del padre Peyton para decirle en nombre de todos: gracias, padre Peyton, por este testimonio que tanto bien nos está haciendo.