Por Monseñor Oscar A. Romero
Obispo Auxiliar de San Salvador
Con gran sentido de la realidad de nuestro tiempo y de la responsabilidad del magistrado de la Iglesia- Su Santidad Paulo VI ponía alerta a los obispos y religiosos participantes en el sínodo, contra la peligrosa seducción de las «presiones»
«Permitidnos- dijo el Papa en la inauguración del sínodo-que os llamemos la atención sobre un peligro específico que puede rodear nuestra reunión: y que por diversas vías, honestas o engañosas, puede perturbar nuestra libertad de deliberación. Consiste este peligro en la presión. de opiniones de dudosa conformidad con la doctrina de la fe; de tendencias despreocupadas, de tradiciones autorizadas o adaptación con la mentalidad profana y secular; de temores ante publicidad tentadora; de acusaciones, de anacronismo o juridicismo paralizador del desarrollo espontáneo, llamado carismático, de un nuevo cristiano; y así podríamos continuar».
«La presión: su faz es múltiple, su poder insinuante y peligroso. Procuremos independizarnos de ella mediante el impulso de nuestra conciencia responsable frente a nuestra misión de pastores del pueblo de Dios frente al juicio divino del último día; y procuremos mantener la tranquilidad y la fortaleza de espíritu para conocer y juzgar bien todo, según el espíritu de Cristo y las verdaderas necesidades de la Iglesia y de los tiempos».
«Libres de ingerencia indebidas y de sugestiones extrañas en el ejercicio de nuestros deberes sinodales, debemos sentirnos en cambio vinculados por estos mismos deberes entre los cuales hay que recordar las observaciones del mandato recibido por las respectiva conferencias episcopales o los sínodos de los ritos respectivos o también por la respectiva unión de los superiores mayores».
También recordaba Paulo VI en el sentido de «responsabilidad» con que debe actuar los padres sinodales, ya que cada uno de ellos ha elaborado con sus representados (obispos, sacerdotes, religioso, religiosas y seglares de sus países) «La aportación que ahora estáis llamados a dar. No habléis pues a título personal (a no ser con expresa declaración como lo prevé el «Ordo Synodi») sino que seréis la voz cualificada de vuestra Iglesia para toda ella, nuestra santa Iglesia, una y católica, esta voz que hace eco a la apostólica y cuán grave es nuestra corresponsabilidad».
Hemos querido repetir estas atinadas advertencias del Papa porque juzgamos que su validez no se limita al sínodo de los obispos. Creemos que a todos- máxime si se es partícipe o colaborador en la divina tarea de evangelizar al pueblo nos viene bien en serio alerta contra las seductoras y sutiles fuerzas de la presión o del propio sentir. Ellas pueden extorsionar el Evangelio y el auténtico sentir de la Iglesia hasta convertirlo en una opinión humana más.